“Cuando las pérdidas y el sufrimiento nos tocan y nos obligan a intensos procesos emocionales, podemos tener la tentación de edificar sobre ellos más sufrimiento o incluso de justificar una vida amarga. Esto siempre es posible. Se pierde una pareja, un hijo, un “status quo”, un trabajo, una propiedad o una función o miembro del cuerpo, y uno, en lugar de realizar el proceso del duelo con sus complejidades emocionales, se queda enquistado en su desgracia, eludiendo el viaje interior que lleva a la orilla de la total comprensión y culmina en la aceptación plena. El asentimiento de corazón es el pasaporte que franquea nuevas puertas de futuro y siempre es preferible a un pasado sobre el cual construir y argumentar más sufrimiento y justificar más desdichas.

En realidad, nada tiene el poder de hacernos espichados, salvo nuestra propia actitud. Y sobre todo, nada es pasaporte legítimo para la infelicidad. Cualquier pérdida es 7a oportunidad-una puerta-que podemos aprovechar para aligerarnos, para soltar apegos e identificaciones y falsas ideas. Ya que nada nos ha pertenecido en sentido estricto, y solo nuestra mente lo creía apropió y para siempre, cuando lo perdemos podemos aprovechar también para liberar ataduras, para soltar ideas, identidades que ya no se ajustan a nuestra actualidad. En el teatro de la mente podemos soltar algunos roles viejos, caducos ropajes, temores, apegos, viejas personalidades, etc. En eso consiste perder ganándose a uno mismo, o recuperándose a uno mismo”.

Joan Garriga

“La llave de la buena vida”